martes, 20 de noviembre de 2012

Lavarse las manos es de héroes

El post de hoy es para hablaros de un hombre que, aunque bien merece ser reconocido como un héroe, es un desconocido. Se trata del médico y profesor húngaro Semmelweis.


Semmelweis desarrolló su labor más importante en el Hospicio General de Viena. Observó que en el área de maternidad del hospital había un alto índice de mortalidad entre las parturientas debido a la fiebre puerperal, mientras que entre parturientas alojadas en otras alas del edificio esta tasa no era tan alta. Tirando del hilo llegó a la conclusión de que la elevada mortalidad entre las alojadas en el ala de maternidad era debido a que eran atendidas por estudiantes de Medicina que acababan de tener sesiones de medicina forense con cadáveres, mientras que las que daban a luz en otras zonas eran atendidas por matronas. Este hecho le hizo desarrollar su revolucionaria hipótesis, en la que suponía que había una serie de agentes infecciosos (materia putrefacta como él denominó) que podían ser transmitidos desde los cadáveres hasta las madres por medio de vectores.
Tras este descubrimiento decretó la orden de que todo aquel que fuera a atender a una madre, debía lavarse en primer lugar las manos.
No obstante, su teoría no tuvo éxito, hasta el punto que se le llegó a tildar de loco y fue expulsado del hospital.

Después de pasar miserias debidas a su fracaso, fue admitido en la Maternidad de San Roque de Budapest y nombrado profesor de Maternidad de la Universidad de Pest.
Sin embargo, allí se encontró con un fuerte rechazo hacia su teoría, lo que le llevó a redactar la siguiente carta a los ginecólogos:
"Me habría gustado mucho que mi descubrimiento fuese de orden físico, porque se explique la luz como se explique no por eso deja de alumbrar, en nada depende de los físicos. Mi descubrimiento, ¡ay!, depende de los tocólogos. Y con esto ya está todo dicho... ¡Asesinos! Llamo yo a todos los que se oponen a las normas que he prescrito para evitar la fiebre puerperal. Contra ellos, me levanto como resuelto adversario, tal como debe uno alzarse contra los partidarios de un crimen! Para mí, no hay otra forma de tratarles que como asesinos. ¡Y todos los que tengan el corazón en su sitio pensarán como yo! No es necesario cerrar las salas de maternidad para que cesen los desastres que deploramos, sino que conviene echar a los tocólogos, ya que son ellos los que se comportan como auténticas epidemias..."
Termina muriendo años después de septicemia al cortarse él mismo con un bisturí infectado para demostrar su teoría a sus alumnos.

Actualmente es recordado en el Hospicio General de Viena con una pequeña figura sobre un pedestal, bajo el cual una placa reza "el salvador de las madres".

Anatomía ficción

Se dice que todo lo creado por nuestra imaginación siempre está inspirado en algo conocido. No podemos crear algo de la nada. Y el cine no es más que otro ejemplo.

¿Os acordáis de "Alien, el octavo pasajero"? Si no, os refresco la memoria:



Este bicho agradable a la vista y de buenos modales (nótese la ironía), destaca, entre otras cosas, por su cabeza de zeppelin. El diseño de la cabeza de este ser del espacio exterior viene del planeta Tierra. Concretamente de la comadreja.



¿Y qué tiene que ver el tocino con la velocidad? El cráneo de este animal es bastante alargado con respecto a las proporciones del esqueleto facial. Esto implica un mayor espacio para alojar al encéfalo, lo que se traduce en una sorprendente inteligencia, característica que comparte con nuestro actor extraterrestre.



Además, la comadreja es un animal que destaca por su agresividad. Tal vez sea una forma de compensar su pequeño tamaño, pues tiene que lidiar con depredadores y presas mucho más grandes que ella. Sea como sea, es otro rasgo que comparte con su primo de Hollywood.


Comparta genes con seres de planetas de más allá del cine o no, con esa carita de no haber roto un plato nunca, la comadreja siempre me resultará adorable.

jueves, 18 de octubre de 2012

Matando mosquitos a cañonazos

Más o menos eso es lo que hacemos cuando, para combatir una infección insignificante, nos chutamos el antibiótico más potente que encontramos.

Corrupción farmacéutica aparte, no es raro que en la consulta del médico o del veterinario se receten antibióticos de última generación para infecciones nimias. ¿Avaricia? ¿Otra forma de intentar descongestionar el sistema sanitario?
Razones hay todas las que te quieras inventar, pero lo cierto es que, bajo esa situación, no se justifica su uso. Y lo que es peor, no hacen bien a nadie.

Si bien es cierto que curarte, te curas (o tu perro), pero a un precio muy alto.
Al tratar esa infección con un antibiótico "demasiado" potente, no sólo puedes estar haciendo daño a tu microbiota y a tu organismo, sino que además estamos enseñando nuestras armas al enemigo. Estamos permitiendo que los microorganismos empiecen a desarrollar formas de resistencia.
Y ya, para rematar, al segundo día de tratamiento te encuentras bien y decides darlo por finalizado, a pesar de que éste estaba indicado durante 4 días.
Error fatal. Con ello sólo se consigue crear bacterias resistentes al medicamento que hemos estado tomando, por lo que la recaída es sólo cuestión de días y tendremos que combatirla con un antibiótico aún más fuerte.

El problema de todo esto no es que vayas a tardar más tiempo en curarte (que también), sino que esta práctica a nivel global nos va a costar un disgusto y de los gordos.
Para que nos entendamos: estamos quedándonos sin antibióticos eficaces contra bacterias no inofensivas, pero casi.

Las consecuencias de llegar al extremo del asunto bien podrían ser argumento de película apocalíptica de Antena 3: desde no poder luchar contra enfermedades consideradas como leves hasta un grave problema de suministro de alimentos y productos de origen animal. Y a partir de ahí, suma y sigue.

Como contrapunto, la solución es bien sencilla: administrar la cantidad y el tipo de antibiótico que se necesite. Aquí no vale el "más vale que sobre", porque no hace falta matar mosquitos a cañonazos. Es preferible tardar un día más en curarte hoy, que no poder curarte mañana.
Y esta solución, señores, pasa también por la ética de cada uno de nosotros, señalando especialmente a los profesionales sanitarios.

Pero en fin, todo esto no es más que una mera opinión, y las opiniones son como las lentejas, quien quiere las come y quien no, las deja.

Que Fleming nos pille confesados.

sábado, 6 de octubre de 2012

No me quites el sueño

La entrada de hoy la quiero dedicar a esa bebida de dioses que me ha hecho sobrevivir más o menos despierta a la racha de exámenes. Hoy estoy aquí para hablaros del café y, más concretamente, de la cafeína.


Como todos sabemos, el principal componente del café, además del agua, es la cafeína. La cafeína es un compuesto orgánico cuya fórmula química es C8H10N4O2. Su nombre químico es 1,3,7-trimetilxantina ó 1,3,7-trimetil-1H-purina-1,6-diona. Su estructura es la siguiente:



La cafeína es un alcaloide del grupo de las xantinas. Es de consistencia sólida, blanco, cristalino y de sabor amargo. Es una sustancia muy popular por su efecto como droga psicoactiva al actuar como estimulante del sistema nervioso central (SNC) e inhibir el sueño.

Empecemos por aclarar los conceptos básicos de la definición anterior:

  • Alcaloides: son metabolitos secundarios sintetizados por las plantas a partir de aminoácidos, luego son compuestos nitrogenados. Se caracterizan por su hidrosolubilidad a pH ácido y su liposolubilidad a pH alcalino. A la familia de los alcaloides pertenecen, entre otras drogas, la cocaína y sus derivados.
  • Xantinas: son sustancias pertenecientes al grupo de las bases púricas, es decir, sustancias derivadas de la purina.
  • Sustancia psicotrópica: es un agente químico que actúa sobre el SNC causando alteraciones temporales en la percepción, ánimo, estado de conciencia y comportamiento. Ejerce su acción actuando sobre el proceso de neurotransmisión o sobre la permeabilidad de la membrana de la neurona. Merced a sus efectos, estas sustancias se clasifican en depresoras, activadoras o alucinógenas.

La cafeína la podemos encontrar de forma natural en hojas, semillas y frutos de ciertas plantas de origen americano, africano y asiático fundamentalmente. Su función es actuar como pesticida natural sobre los insectos que se alimentan de estas plantas.

Cabe decir que esta sustancia recibe distintos nombres según el producto que la contenga, véase cafeína (café), guaranina (guaraná), mateína (mate) o teína (té). También la podemos encontrar en el cacao, alcanzando concentraciones de hasta un 1'5% en el chocolate negro.


Pasemos ahora a describir el metabolismo de esta sustancia:

La cafeína, una vez es ingerida, se absorbe a los 45 minutos en el estómago e intestino delgado, pudiendo absorberse también vía rectal.

Posteriormente es metabolizada en el hígado por el sistema enzimático del citocromo P450 oxidasa, disociándose en 3 productos metabólicos:
  • Paraxantina (84%): esta sustancia es responsable del aumento de la lipolisis, induciendo un aumento de los niveles de glicerol y ácidos grasos libres en sangre, lo que se traduce en que los músculos disponen de una mayor cantidad de energía utilizable inmediatamente.
  • Teobromina (12%): es el principal alcaloide del cacao. Produce una fuerte vasodilatación y aumenta la diuresis.
  • Teofilina (4%): provoca una relajación de la musculatura lisa de los bronquios, dando lugar a una broncodilatación. También es una sustancia cronotrópica (aumenta la frecuencia cardíaca) e inotrópica (provoca que las células miocárdicas se acorten más, generando así más fuerza).

A continuación, estos metabolitos son metabolizados de nuevo y algunos de los productos resultantes llegan al cerebro y cruzan la barrera hematoencefálica, alcanzando de esta manera a sus células diana: las neuronas. Sus efectos se prolongan durante unas 4-9 horas en el individuo adulto que la ingiere.

Por último, todos estos metabolitos son excretados como productos de desecho con la orina.


Y ya por fin os explico "brevemente" por qué nos quita el sueño la cafeína.

En primer lugar, hay que aclarar que la cafeína tiene este efecto porque es un inhibidor competitivo y una sustancia antagónica no selectiva de los receptores de la adenosina.

Vayamos por partes.
  • Sustancia antagónica: es aquella que, al unirse a un receptor celular, no provoca una respuesta biológica, sino que detiene las respuestas mediadas por las sustancias agonistas.
  • Inhibidor competitivo: es un compuesto químico que, al ser estructuralmente muy similar al sustrato de cierta enzima o al mensajero químico de un determinado receptor, "compite" con el sustrato o el mensajero químico en cuestión para alojarse en el sitio activo de la enzima o el receptor, el cual no es más que un lugar de unión. Una vez se produce esta unión, inhibe la actividad de la enzima o la función que dependa del receptor.



No obstante, para comprender las repercusiones que puede tener en el organismo el bloqueo de los receptores de adenosina, es esencial conocer previamente la naturaleza de esta sustancia y sus funciones en el organismo.

La adenosina es un nucleósido formado por la unión de la adenina (un nucleótido) con un anillo de ribosa (un azúcar o glúcido) mediante un enlace glucosídico β-Ng. Es una purina endógena sintetizada a partir de la degradación de aminoácidos.

Media en procesos bioquímicos como moneda energética (en forma de ATP y ADP) y como transductor de señal (AMP cíclico). Su interés en este post radica en que también interviene como neuromodulador del SNC al interactuar con los receptores A1, A2A y A2B, los cuales los encontramos en abundancia por todos los tejidos orgánicos.

Los receptores A1 son los responsables de la inhibición en la absorción del Ca++ en los músculos, lo que se traduce en un relajación de la musculatura lisa.

Por otra parte, los receptores A2A interactúan con el sistema dopaminérgico, que se encuentra involucrado en los estados de vigilia y recompensa. Cabe decir que estos receptores abundan en los ganglios basales del cerebro, zonas críticas en el control del comportamiento.

Estas evidencias relacionan a la adenosina con la sensación de sueño tras un esfuerzo mental prolongado. Esta sensación podría tener su origen en la inhibición de las neuronas promotoras de la vigilia mediante la adhesión de la adenosina a los receptores A1, y por activación de las neuronas promotoras del sueño, que está mediada por los efectos indirectos de los receptores A2A.

Una vez dormido, la adenosina continúa ejerciendo su acción promoviendo el sueño NMOR (sueño sin movimientos oculares rápidos, NREM en inglés) y también la fase MOR (sueño con movimientos oculares rápidos, REM).

De todo ello se desprende que, al bloquear la cafeína los receptores en cuestión, la sensación de sueño es inhibida, a la vez que se también lo son los efectos que dicha sensación lleva asociados como la bradicardia, bradipnea, relajación muscular, etc.


Por otro lado, la cafeína tiene otro efecto sobre el organismo, y es que es un fuerte diurético. Cómo ejerce esta acción se desconoce y su investigación se ve dificultada porque los consumidores habituales de cafeína desarrollan una fuerte tolerancia a este efecto en poco tiempo.


Para finalizar, hablaré de los efectos de un consumo excesivo de cafeína, destacando entre ellos el aumento de la diuresis, nerviosismo, insomnio, problemas gastrointestinales... En personas muy sensibles estos efectos pueden aparecer consumiendo cantidades muy pequeñas (<250mg/día). He aquí un ejemplo muy ilustrativo: George café.

Los síntomas por intoxicación con cafeína son similares a los del pánico y la ansiedad, además de efectos típicos de las drogas disociativas como la despersonalización.

Ingestas superiores a 1g/día provocan fasciculaciones (contracciones musculares involuntarias), desvaríos, arritmia cardíaca y agitaciones psicomotrices, estableciéndose la dosis letal 50 (o cantidad necesaria para matar al 50% de la población sometida a estudio) en 10g/día, lo que equivale más o menos a unas 100 tazas de café.


Por favor, este post me ha llevado mi tiempo (y algún que otro café), así que no me vengáis ahora con que es un placebo.


Ojalá que llueva café en el campo

miércoles, 13 de junio de 2012

Haches que marcan la diferencia

¡PUM! No he salido del último examen y ya tengo los apuntes del siguiente delante de los hocicos, y,  aunque no os lo creáis, te encuentras detalles cuanto menos curiosos entre esa pila de papeles garabateados. En concreto, estaba estudiando epidemiología cuando me encontré un interrogante sobre las enfermedades telúricas (¿y eso qué es lo que es? *Nota: se recomienda decirlo con acento cordobés). Y cuando la duda te corroe, allá que va la Wiki al rescate (y no como el de Rajoy). Cuando me quise dar cuenta, ya se me había ido media tarde saltando de un link a otro. Resumiendo, lo que he encontrado es que siempre hay uno dispuesto a llevar la contraria. Me explico:

El carbunco (anthrax en inglés) es una enfermedad de origen bacteriano causada por Bacillus antrhacis, con diferentes variedades según el modo de contagio, siendo las más representativas el carbunco cutáneo y el pulmonar (letal).

En cambio, el ántrax (ojo, no confundir con el anthrax que he mencionado antes) es una enfermedad también de origen bacteriano, cuyo agente infeccioso es el Staphylococcus aureus. Se trata de una enfermedad foruncular y, por tanto, cutánea. Son muy llamativas las profundas lesiones que provoca y, aunque el carbunco cutáneo también produce lesiones en la piel, las de éste último se diferencian de las del ántrax en que son indoloras.

Una curiosidad más: el hombre es un reservorio natural del Staphylococcus aureus, llegando a estar una de cada tres personas colonizas por el mismo, formando parte de su microbiota. Al ser un reservorio, los individuos que lo alojen se encuentran infectados, pero no enfermos, manifestando únicamente la enfermedad cuando se produce una bajada de las defensas. Por lo tanto, es muy probable que alguno de ustedes, si os hacéis las pruebas pertinentes, mostréis anticuerpos contra el bicho en cuestión, lo que no quiere decir que os tengan que salir heridas purulentas y de aspecto asquerosete por todo el cuerpo.

Ya nos podemos ir a dormir sabiendo un poquito más.

jueves, 31 de mayo de 2012

A quién quieres engañar

Uff, dame el plumero que tengo que quitarle las telarañas al blog. Con tantos exámenes, cafés y algún que otro planazo para despejar el cocoroto tengo esto abandonadillo. Y entre todos esos planes está el más maquiavélico de todos ellos, el cual me condujo a una tienda de animales y... ¡tachán!, encontré la inspiración para un nuevo post. Resulta que hallándome rodeada de bichos más o menos peludos y saltarines apareció una bicha. Me dijeron que sus papis eran falsas corales, lo que me dejó dándole vueltas al tarro, ¿cómo diferencio yo una falsa coral de una verdadera? Y si me pica, ¿qué hago?

Bueno, a cualquier persona normal no le tiene por qué preocupar diferenciar una serpiente de coral de una falsa coral, pero cualquier barranquero que se precie tendrá entre sus planes viajar a Sudamérica y allí quizás sí sea más útil saber cuál es cuál antes de cogerla para echarte la foto de guiri. Pues bien, la principal diferencia radica no en que unas sean de plástico y las otra de verdad, sino en sus colores. Básicamente las distinguimos porque los anillos de las verdaderas corales (géneros Leptomicrurus, Micruroides, Micrurus, Calliophis y Sinomicrurus) suelen ser de color amarillo o blanco, rojo y negro, distribuyéndose generalmente según el siguiente patrón: rojo - amarillo/blanco - negro - amarillo/blanco - rojo. En cambio, las falsas corales (género Lampropeltis), aunque sus anillos presentan los mismos colores, su patrón de distribución es rojo - negro - amarillo/blanco - negro - rojo. Por lo tanto, podemos distinguir a simple vista a una serpiente de otra simplemente por el hecho de que en las falsas corales los anillos amarillos o blancos nunca están en contacto con el rojo.


Serpiente de coral
Serpiente de Sinaloa o falsa coral


Sin embargo, esta imitación de las tonalidades no es suficiente para disuadir a sus depredadores. Se ha demostrado que éstos son capaces de distinguir entre unas y otras por la anchura de los anillos amarillos o blancos, siendo más anchos los de la falsa coral. Por ello, en ciertas zonas han prosperado patrones de imitación con los anillos amarillos más estrechos.

Como os podréis imaginar, estos colores tan vivos ya te están advirtiendo de que no es una buena idea acercarte. Si aún así insistes, puedes tener la mala suerte de que se trate de una verdadera coral y te lleves un buen picotazo. Mal asunto. Como ya expliqué en otra entrada, el veneno de estas serpientes es neurotóxico, por lo que te termina paralizando y en breve estás fiambre. En caso de mordedura (de cualquier bicho), el protocolo de primeros auxilios a seguir es el siguiente:
  1. Si te ha mordido, aléjate lo más rápidamente posible del animal, pues es posible que en las siguientes mordeduras te inocule aún más veneno.
  2. Pide ayuda.
  3. Trata de conservar la calma y de que no se te dispare el pulso, eso sólo ayudará a que el veneno se distribuya más rápidamente a través de la linfa y la sangre y alcance su diana, las placas neuromusculares.
  4. Anota la hora a la que ocurrió el incidente.
  5. Intenta extraer el veneno mediante succión con la boca, ventosas o jerinquillas suctoras (éste último es el método más eficiente y seguro). Succionar con la boca no es del todo recomendable, especialmente si se tienen heridas en la boca, pues el veneno succionado podría penetrar a través de ellas.
  6. Intenta identificar la especie del animal que te mordió, pues los sueros son específicos. Existen sueros polivalentes, pero su espectro abarca sólo unas pocas especies, además es frecuente que causen reacciones alérgicas, por lo que hay que desensibilizar al paciente con hidrocortisona.
  7. Trasladar inmediatamente al herido al hospital más cercano. Si se dispone del suero, llevarlo también al hospital para que le médico comience a tratar la lesión.
Es frecuente que en los hospitales no haya médicos especializados en este tipo de lesiones, por lo que, si vas a trabajar con este tipo de serpientes, es recomendable que lo hagas bajo la supervisión de un experto.

Los emponzoñamientos micrúricos (como se suelen conocer sus mordeduras) cursan con adormecimiento de la lengua, visión borrosa, ptosis palpebral (desprendimiento del párpado superior), dificultad para tragar y para salivar, y asfixia causada por la parálisis fláccida del diafragma. Es común que no se sienta dolor en el área de la mordedura, motivado también por ser una pequeña lesión subcutánea, por lo que se tiende a pensar erróneamente que no es necesario tratarla.

No obstante, estas lombrices de colores son unos animales muy tímidos y no suelen atacar. Debido a su pequeño tamaño sus presas no suelen ser más grandes que un ratón, por lo que si te ven aparecer intentarán huir. Con todo, me resulta muy curioso el mecanismo de defensa de estos elápidos: cuando se sienten amenazadas, esconden su cabeza entre los anillos de su cuerpo y con su cola forma un bucle imitando a una cabeza, moviéndolo de forma amenazadora para desviar la atención y así poder pegarte un picotazo por sorpresa. Qué bichos más ingeniosos, me recuerda a la defensa de las galeras que te comes en Huelva, pero de eso hablaremos en otra ocasión.

Sin nada más que añadir, os dejo retozando por el césped. Cuidadín con los gusanos gordos, no os vayan a morder.

martes, 17 de abril de 2012

Me pica el culo

"Niño, como sigas comiendo porquerías te va a picar el culo". Típica frase de madre. Y qué razón llevan. Cuántas veces nos habremos llevado las manos a la boca sin habérnoslas lavado antes. Y es que lo hacemos de manera inconsciente. Pero, sin saberlo, les estamos dejando vía libre a mil y un bichos bastante asquerosetes, más conocidos como parásitos, entre ellos la pesadilla infantil: los gusanos del culo.

Vamos a ponernos finos. Los gusanos del culo, también conocidos como gusanos alfiler, pertenecen a  la familia oxyuridae (oxy=puntiagudo, uros=cola), destacando la especie Enterobius vermicularis, parásito del intestino de primates (incluido el hombre) que provoca la enfermedad parasitaria conocida como enterobiasis. Son unos gusanos bastante cosmopolitas y afectan a todos los grupos socioeconómicos, aunque suele facilitar su desarrollo un clima templado y con una higiene deficiente.

Como en casi todos los gusanos, hay un gran dimorfismo sexual. Las hembras son grandes (15 cm de longitud), con un cuerpo redondo terminado en una cola larga y afilada, y su color varía entre el blanco y el rojizo. Los machos son bastante más pequeños (9-12 mm) y son difíciles de ver, pues suele haber tan sólo un macho por cada 100 hembras.

El ciclo biológico de estos bichos es muy curioso. Las hembras realizan 2 ó 3 puestas a lo largo de su vida, para lo cual emigran desde el intestino grueso hasta el esfínter anal, donde ponen sus huevos (ya embrionados con larvas 1) envueltos en una secreción que al contacto con el aire se seca y deja unas estructuras blancas en la región perineal, pasando rápidamente a la forma larvaria 2, que es la forma infectante. La "gracia" del asunto radica en que las hembras al desplazarse se ayudan de su cola afilada que van pinchando en la mucosa intestinal para impulsarse, lo que provoca picor. Este proceso suele darse en horas nocturnas, causando el insomnio del niño. Al rascarse, quedan huevos en las uñas y, si se lleva las manos a la boca sin lavárselas previamente, tiene lugar la autoinfección. Los huevos también pueden quedar en las sábanas y en el pijama, por lo que terminan distribuyéndose por el aire.
Una vez ingeridos por el hospedador, se alojan en la mucosa del ciego y del colon, donde se transforman sucesivamente en larvas 3 y 4. Terminado este proceso, salen a la luz intestinal para transformarse en adultos y madurar.
Y otra vez vuelta a empezar.

La enterobiasis, a la que antes me he referido, es ni más ni menos que la infección por este gusano. Sus síntomas son picor y dolor en el ano, insomnio, falta d apetito y dificultad para ganar peso. Su tratamiento es bastante eficaz con medicamentos como el pamoato de pirantel. Aunque, como suele decirse, más vale prevenir que curar. Así que ya sabéis: lavaros bien las pezuñas antes de comer.

Me pica el ojete

viernes, 13 de abril de 2012

Alguien ha envenenado el abrevadero

A todos de pequeños nos llamó la atención la manzana de Blancanieves, y más de uno seguro que mostró curiosidad por serpientes, escorpiones y toda clase de bichos, cuanto más venenosos, mejor. Pues bien, en esta entrada vamos a darle un repaso a toda esa clase de potingues que cuecen las brujas en sus calderos.


Empecemos por saber de qué estamos hablando exactamente.

Las toxinas bien pueden incluirse dentro de un término más amplio como es el de "veneno". Por veneno entendemos cualquier sustancia en estado líquido o gaseoso de origen natural (mineral, vegetal o animal) o sintético que es capaz de provocar lesiones y alteraciones al contacto con un organismo vivo, debido a la inhibición de ciertas reacciones químicas. Sin embargo, las toxinas (y ahí estriba su diferenciación de los venenos) son unas sustancias de origen exclusivamente orgánico (generalmente peptídico) y que, al igual que un veneno, son capaces de alterar el funcionamiento del organismo con el que entra en contacto, provocando lesiones que pueden llegar a ser mortales.
Tampoco está de más aclarar que un veneno no es una ponzoña. Si bien las ponzoñas comparten muchas de sus características con los venenos, éstas penetran en el organismo por mecanismos de absorción de la piel y el aparato digestivo. En cambio, los venenos, para que surtan efecto, deben penetrar por medios mecánicos (como puede ser una herida abierta) en primer lugar a los tejidos y/o al torrente sanguíneo, a partir del cual se distribuye por el resto del cuerpo.


Pero, ¿qué función tienen estas sustancias tan nocivas?, ¿por qué existen? Dejando a parte la intervención y los usos (y abusos) humanos, las toxinas existen en la naturaleza por una simple razón: comer y no ser comido. No es de extrañar que existan tantísimos organismos bacterianos, vegetales y animales, sin olvidarnos de los hongos, que las usen como armas en esa despiadada carrera que es la supervivencia.


Las toxinas se clasifican según el tipo de daño provocado en el tejido vivo, pudiendo distinguir tres grandes grupos:
  • Hemotoxinas
  • Citotoxinas
  • Neurotoxinas
Vayamos desgajándolas una a una.

Las hemotoxinas son aquellas que actúan afectando a la sangre y a los vasos, y son bastante frecuentes como armas de depredación en serpientes y arácnidos como la araña de rincón y algunos alacranes.
Pueden actuar por hemólisis, es decir, destruyendo los glóbulos rojos, que son los principales encargados de transportar el oxígeno hasta los tejidos y el dióxido de carbono a los alvéolos pulmonares gracias a la hemoglobina que contienen, por lo que, a fin de cuentas, no sólo la sangre se ve afectada, sino todo el sistema orgánico por falta de oxigenación y acúmulo de gas tóxico. Un ejemplo muy típico es el del pez piedra con sus terribles espinas llenas de la toxina en cuestión, aunque las usa como método defensivo.
Otro método es el de las hemotoxinas que provocan no sólo la ruptura de los vasos sanguíneos, sino la incapacidad para formar la red de fibrina y plaquetas necesaria para "taponar" los agujeros creados. Ciertas clases de ofidios, como las víboras y las serpientes de cascabel, las emplean como para cazar a sus presas.
Un último mecanismo es el que provoca la aparición de trombos.
Por suerte, el mecanismo de acción de estas toxinas es relativamente lento (dependiendo también del área afectada y de la cantidad inoculada).


A diferencia de las hemotoxinas, las citotoxinas actúan atacando a la maquinaria celular en alguno de sus dos talones de Aquiles: la generación de proteínas y la respiración celular.

La generación de proteínas es un proceso esencial en un organismo animal, ya que no sólo constituyen su estructura, sino que, además, median en multitud de procesos bioquímicos por medio de las enzimas, que no son más que biocatalizadores de naturaleza proteica. La producción de proteínas es un proceso que se lleva a cabo en tres fases conocidas como el dogma central de la biología molecular, a saber: replicación de las cadenas de ADN, transducción del ADN a ARN mensajero (estos dos primeros procesos son llevados a cabo en el núcleo de la célula) y la traducción del ARN mensajero a aminoácidos, que posteriormente se unirán para formar cadenas de proteínas (esta fase se realiza ya en el citoplasma celular, en los ribosomas).
Por lo tanto, no es de extrañar que existan toxinas que actúen sobre cualquiera de estas tres fases, como es el caso de las amanitas (las setas rojas de cuento con puntitos blancos), que actúan bloqueando la ARNpolimerasa, una enzima esencial en el proceso de síntesis de ARN mensajero a partir de ADN.

Sin embargo, en el mecanismo de respiración celular, lo que se ataca es la producción de ATP, que es la "moneda energética", pues esta molécula transfiere la energía contenida en sus tres enlaces fosfato para llevar a cabo otras reacciones químicas. El ATP se obtiene degradando la glucosa obtenida mediante la dieta en el ciclo de Krebs, produciendo también electrones que posteriormente pasan a la cadena respiratoria, mientras que el ATP se destina a mover la maquinaria celular en sus múltiples procesos. Éste es el primer punto de actuación de venenos como el arsénico. El siguiente paso es el ingreso de estos electrones en la cadena respiratoria, que no es más que un engranaje de varias reacciones bioquímicas cuya finalidad es "recargar" la energía que el ATP ha ido perdiendo al ser empleado en otras reacciones. Aquí es donde ejerce su acción el archiconocido cianuro, que lo podemos encontrar en la naturaleza en algunos frutos secos, los cogollos de ciertas frutas, en microorganismos y en plantas en fase de crecimiento como arma defensiva. Afortunadamente se encuentra en concentraciones demasiado bajas como para producir lesiones, por lo que podemos seguir comiéndonos las almendras tranquilos.


Por último nos queda describir las neurotoxinas. Atacan al sistema nervioso (sistema de significado vital apremiante) y son las toxinas con el mecanismo de acción más rápido. Son bastante frecuentes en la naturaleza, pudiéndolas encontrar tanto en plantas (cicuta) como en animales (ranas dardo, peces globo, serpientes de coral...).

Para comprender bien la acción de estas sustancias, explicaremos primero el funcionamiento del impulso nervioso.
Las neuronas son las encargadas de la transmisión de dicho impulso mediante una onda de despolarización. Es decir, éste se transmite por un cambio en el voltaje a ambos lados de la membrana de la neurona gracias al paso de los iones Na+ y K+ de un lado a otro de la misma a través de canales iónicos. Un símil para entenderlo mejor, sería como la ola que se hace en los partidos de fútbol, siendo cada ión que viaja de un lado al otro de la membrana como un aficionado que se levanta y se sienta, haciendo que la "ola" avance a lo largo de las terminaciones de la neurona.
Sin embargo, las neuronas no están en contacto físico unas con otras, por lo que, al llegar el impulso al final de una, tiene que "saltar" hasta la siguiente a través del espacio que las separa, conocido como espacio sináptico o, simplemente, sinapsis. Para realizar este salto, la neurona presináptica lanza al espacio sináptico unos neurotransmisores (el más corriente es la acetilcolina) que alcanzan los receptores de la neurona postsináptica, a los cuales se unen y ya se sigue transmitiendo el impulso como ya se ha descrito.
El caso es que el neurotransmisor debe de ser degradado, de lo contrario, si la neurona en cuestión hiciera sinapsis no con otra neurona, sino con un músculo, éste quedaría contraído de manera permanente. Para ello, la propia neurona, al poco de emitir la acetilcolina, lanza también acetilcolinesterasa, que es la enzima encargada de su degradación. También se puede evitar la contracción muscular mediante neuronas inhibidoras, que, al segregar glicina, impiden la actuación de la acetilcolina.

Llegados a este punto, podemos entender los distintos mecanismos de actuación de las neurotoxinas.

En primer lugar, nos encontramos con venenos que impiden la liberación de la acetilcolina al espacio sináptico. El resultado es que los músculos no reciben la orden de contracción, por lo que quedan laxos y el individuo muere por asfixia debido a la relajación del diafragma. El principio activo del Botox, la toxina botulínica, actúa por esta vía.
Otros como la cicuta, el curare y el veneno de cobra, en cambio, actúan bloqueando el receptor de la acetilcolina. De este modo, aunque la neurona presináptica esté segragando neurotransmisores, el músculo se muestra sordo a la orden de contracción , adquiriendo también un estado laxo y, como en el caso anterior, muriendo la víctima por asfixia debido a un fallo del diafragma.
En otras ocasiones es la colinesterasa la que se ve afectada al ser bloqueada por ciertos venenos, impidiendo la degradación del neurotransmisor, induciendo así a un estado de permanente contracción muscular, incluido el diafragma.
Un caso similar al anterior es el de la toxina tetánica (ojito con los hierros oxidados), que bloquean la secreción de glicina en neuronas inhibidoras, por lo que también se produce una contracción permanente generalizada de toda la musculatura al no poder ser controlada la secreción de acetilcolina de las neuronas activadoras. Como suele decirse, te mueres sonriendo.
Por último, nos encontramos con las toxinas que bloquean los canales iónicos presentes en las membranas de las neuronas, impidiendo así la transmisión del impulso nervioso. Es el caso de la tetradotoxina del pez globo y el pulpo de anillos azules. Así que ya sabéis: cuidadín cuando pidáis pez globo en un restaurante japonés.


Ya para finalizar y a modo de curiosidad, os menciono algunos bichillos que te pueden hacer la puñeta (seguro que algunos no os los esperáis). Los más evidentes son arácnidos (por cierto, los escorpiones son más venenosos cuanto más pequeños, será por eso de chiquititos pero con mala leche), peces, anfibios y reptiles. Pero lo que nunca te podrías imaginar es que un lindo pajarillo como el pitohui (endémico de Nueva Guinea) o mamíferos como el ornitorrinco (sólo los machos) o el solenodonte (una especie de musaraña) también te pueden "picar".

¡Ah! Una última advertencia: si os estáis pegando un bañito en alguna playa australiana y veis una avispa marina (una tipo de medusa, para que nos entendamos), empezad a nadar como si llevárais un tiburón detrás, porque como os pique y el veneno entre en contacto con la sangre, no te da tiempo ni a llamar al médico.


Y para darle ambiente al asunto, aquí os dejo música de fondo: Veneno en la piel